A lo largo de nuestra vida, todos marcamos nuestras fechas más especiales en el calendario. Año tras año, las recordamos y festejamos con la intensidad que determinados acontecimientos producen en nuestro recuerdo y sentimientos.
En mi caso, el día de hoy ha pasado a ser desde hace un año, una de esas fechas imborrables y sobre todo única, con un fondo que le distingue de cualquier otra que pueda disfrutar. Celebro, sin poder celebrar, algo que debería llevar veintinueve años festejando como uno de los días más felices de mi existencia.
Más la vida, en ocasiones, provoca en alguno de sus seres una ceguera que, en mi caso, me ha sumido en veintiocho años de una oscuridad absoluta, incapaz de tener la más mínima intuición, sensatez o acierto a encender una pequeña luz, buscar una rendija que propiciara un destello en el túnel de mi alma, un pequeño impulso que me lanzase fuera de la densa niebla que en nuestra juventud nos aisla muy fácilmente del sentido de la responsabilidad.
Pero seguí mi camino por la vida con una parte de mis circuitos vitales desconectados del resto, con la falsa sensación que tanto tardé en descubrir, de que mi ser estaba íntegro y mi yo a salvo de cualquier deuda moral. Ahora es cuando me doy cuenta del doble sentido de la vida errante que he llevado, la de quien camina de un sitio a otro sin tener un lugar fijo pero también de la de quien yerra.
Aún así la vida quiso regalarme mi gran día, y una brillante estrella atravesó esa densa niebla y tras adoptar forma de mujer me invitó a abrazarla. Ese abrazo que ya nunca podré ni quiero dejar de sentirlo fue como un gran espectáculo de fuegos artificiales que proyectaron en el cielo las más bellas figuras e iluminaron mi noche, mi oscuridad, con el mayor de los brillos imaginables.
Al mismo tiempo, esa misma vida que me regaló tamaño espectáculo me devolvió a la realidad no deseada, a ese oscuro túnel que atraviesa el alma y desemboca en el corazón, porque del corazón no dejaré que pase, mientras busco la rendija por la que asomarme para que pueda ver de nuevo esa estrella y pedirle que se quede para siempre.
Hoy es tu gran día, muchas felicidades hija mía.