sábado, 17 de abril de 2010

SIN NADA NUEVO QUE DECIR...




A veces me pregunto porque en muchas ocasiones me resulta tan difícil escribir. A buen seguro que cada uno encontramos mil y una razones que lo explican o lo justifican. Pero prefiero dar una vuelta de tuerca para encontrar alguna razón que se vista de magia, que transforme la lógica en fantasía, quizás, para esconder mis propias carencias.

Escribo por escribir, pero sin las dotes necesarias para mantener una regularidad y coherencia, que al menos me hagan sentir bien y encarrilen mi corazón y mis manos en un trazado blanco salpicado de letras que dibujen frases que agiten mi ser.

Suelo escribir bastante todos los días, comentarios en la prensa digital, en distintos foros, proyectos e ideas que van surgiendo. Al menos esto me mantiene en forma, casi como un trabajo cotidiano y mecánico que se pone en marcha por sí solo. Sin embargo, me falta valor para llenar de frases este rincón de mi alma que es quien más alimento necesita, a quien más hambre le hice pasar durante tanto tiempo, y curiosamente es quien más puede agradecer y entender mis palabras dulces o desgarradas, inteligentes o absurdas... Ese rincón siempre dispuesto a encajar mis ocurrencias o desvaríos.

No quiero forzar situaciones, me propuse escribir sólo cuando me plazca, cuando el interior me lo pida. Pero me gustaría que mi alma no se vuelva tan vaga, no se esconda trás la trenzada cortina del mundo real y me haga sentir una incómoda sensación de vacío, de alguien que no tiene nada ¿interesante? que contar.

Muchas veces hecho de menos el llevar una grabadora que registre algunos de mis pensamientos más lúcidos y también más bellos, momentos que más tarde no soy capaz de recordar y aún, cuando los recuerdo,  sobre el papel no soy capaz de darles la forma y el sentido con el que han salido de mi cabeza. Me consuelo pensando en que son momentos que sólo están destinados para mí, quizás para mi ego.

Cuando era joven me sentía más locuaz, más expresivo y a la vez más misterioso. No necesitaba medir las palabras ni ordenar pensamientos. La sensatez no era algo que tuviese que medir con la racionalidad, ni tan siquiera buscarla. Nuestra búsqueda era la verdad y debíamos encontrarla en nosotros mismos, en nuestro "yo".

¿Es quizás este el retorno, "el eterno retorno" que predicaba Niestche?





 "El hombre que quería hacer su negocio con esto, no era hábil, era un lobo estepario, un pobre diablo. ¿Por qué ponía en juego sus letras aquí, sobre esta tapia, en la calleja más tenebrosa de la ciudad vieja, a esta hora, cuándo nadie pasa por aquí, y porqué eran tan fugitivas y ligeras las letras, tan caprichosas y tan ilegibles? Pero... ya lo logré: conseguí atrapar varias palabras, unas detrás de otras, que decían: Teatro Mágico.
Entrada no para cualquiera.
No para cualquiera."

Hermann Hesse (El lobo estepario)

Esta entrada se la dedico a "Revu" que fue el primer comentario del blog y que de manera misteriosa o accidental se borró y lo tuve que rescatar desde mi correo.
Aunque no alcance a saber quien eres, siento tu cercanía. Gracias por estar.





4 comentarios:

deli dijo...

Moncho, me ha encantado, gracias por compartirlo.

Anónimo dijo...

Como dijo José Mª Cumbreño ...
"Y, aun así, escribir.
Continuar escribiendo
como el prestidigitador
cuya varita confunde
la chistera con el conejo,
el conejo con el as de picas
y a los tres con un simple truco.
Ocultando más de lo que se muestra.
Mostrando menos de lo que se recuerda."
Un saludo

Anais dijo...

Creo que de toda la gente que conozco, si alguien llegase a ser escritor (profesional) sin duda serias tu! Nunca es tarde...

MONCHO dijo...

Mi escritura es bastante menos importante que los comentarios de las personas a las que tanto aprecio os tengo.