Hoy
estoy estrenando ordenador. El que usaba se estaba volviendo insoportable. Su
pantalla no paraba de lanzarme imágenes demasiado reales, dolorosamente
actuales. Continuamente me asaltaba con mensajes que formaban parte de frases
construidas con palabras llenas de injusticia e indecencia.
No
puedo negar que esa misma pantalla también regaló a mis ojos muchas secuencias
llenas de solidaridad, de humanidad, de esperanza…
Pasaron
por delante de mi vista numerosos rostros de personas que con gran decisión y
entereza luchan por combatir toda esta inmundicia que se ha instalado
sobre nosotros, que ejercen su tiránico poder con la más absoluta impunidad. Mi
más profunda admiración por esta revolución cívica que sin saber todavía hasta
donde podrá llegar, ya tiene ganada la batalla de la dignidad. Me siento parte
de ella y lamento no aportar más a su causa.
También
mi pantalla fue una gran aliada para transformar mucha gente que hasta entonces
eran “simples” conocidos en amigos y amigas con quienes ahora siento más
cercanía y complicidad.
Pero
a pesar de todos estos momentos regalados y que me han ayudado a conocer,
comprender y vislumbrar tanta vida como se asoma por esta ventana al mundo que
es internet, creo llegado el momento de cambiarlo por un tiempo.
Hoy
me he comprado mi nuevo ordenador. Es más personal y su capacidad es bastante
más limitada, pero me sirve...
Su
pantalla no emitirá imágenes
espectaculares ni a buen seguro dará voz a discursos brillantes, pero me
sirve...
Incluso
pierde la señal de internet con más frecuencia de lo que desearía, pero me
sirve...
No
sé si habré hecho un buen cambio. Lo que me impulsó a cambiarlo no tiene nada
que ver con sus características técnicas. Al verlo en la tienda me gustó, le
cogí cariño desde el momento que le vi, como ese amor a primera vista que
aunque normalmente no funciona al menos te invita a soñar. Esa sensación capaz
de crearte ilusiones, de sumergirte en fantasías y sueños de los que no quieres
despertar.
2 comentarios:
Moncho, me ha encantado el artículo. Aunque si tengo que ser del todo sincero, sin ver la foto me veía venir el final. Creo que es una muy sabia elección.
Feliz año Moncho!!!
Me gustan esta letras que escribes teñidas de coraje enmascarado...
Sigue soñando, amigo, sigue pintando sueños y pon olas en los mares, y montes en las llanuras...
Un abrazo de tu amiga compi.
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